domingo, 22 de marzo de 2009

EL JOVEN JUAN


RECONSTRUCCIÓN DE LA HUIDA A TÁNGER DE DIEZ DE CHICLANA, EN UNA BARCA,
EL 3 DE AGOSTO DE 1937

(A partir del sumario del Consejo de Guerra Sumarísimo 6225 celebrado en Chiclana el 10 de agosto de 1939)

En la mente de muchos chiclaneros ha permanecido como una leyenda la huida en barca de unos chiclaneros que se marcharon un día para escapar de la represión y de la muerte, pues sabían el destino de otros compañeros suyos que ya habían sido fusilados por los falangistas y las fuerzas franquistas, compañeros que en algún que otro momento posteriores al 20 de julio del 36 habían estado ocultos con ellos y que tuvieron peor fortuna, al ser capturados y de estos muchos fueron fusilados casi de inmediato, Este grupo de hombres que habían permanecido ocultos desde el principio estaban siendo acosados permanentemente por las nuevas autoridades fascistas y por los falangistas, la situación era para ellos cada vez más insostenible, con el temor, la amenaza constante a ser apresados y a sus lógicas consecuencias pesaba sobre ellos.
La noche del 3 de agosto de 1937 una barca salió silenciosamente en el lugar conocido como pozo de San Rafael, en la playa de la Barrosa. La tripulaban diez hombres, conocidos militantes republicanos, socialistas y de la CNT de Chiclana, que habían decidido huir ante las noticias de los asesinatos y encarcelamientos que se producían en la zona.

Los fugitivos eran Nicolás Ballesteros Aragón, “EI Mónico”, militante de Izquierda Republicana y concejal del ayuntamiento de Chiclana desde febrero de 1936; Carmelo Ramos Periñán, (El Hinojero) hijo de José Ramos (El Granuja); concejal de Izquierda Republicana, Diego García García; también concejal de IR, Juan Morales Barea, “EI Negro” albañil de la CNT; era uno de los más jóvenes, Rafael Herrera Montiel, “EI Respetao”; Manuel Ruiz Ariza, “Pinito", tesorero de la sección del sindicato de viticultores de la CNT; Sebastián Pareja Sánchez, (El Cantero de la Banda) también de la CNT y cuñado de Diego Rodríguez Barbosa, que había sido detenido un año antes junto con Manuel Estrada Alba ( El regaera ), el 28 de agosto de 1936, en el arroyo del Sotillo, donde ambos permanecían ocultos en unos cañaverales, y después de ser insultados y torturados durante el camino hacia Chiclana el grupo de falangistas que los detuvo hicieron una parada en una zona conocida como la Alcantarilla del Águila donde finalmente los fusilaron, ambos eran de la CNT; Francisco Mota Aragón, secretario de la Agrupación Socialista del PSOE de Chiclana y los hermanos Cristóbal y José Serrano Molina, propietarios de la barca, A los Hermanos Serrano eran naturales de Conil y se dedicaban a la pesca, actividad que realizaban en la Barrosa, no se les conocían militancia política alguna, se barajó como una de la causas posibles para su huida el que uno de ellos por su edad tendría que incorporase a filas en breve lo que suponía inevitablemente que tendría ir al frente. La mayoría de ellos llevaban un año fugitivo por los campos o escondidos en ranchos, pagos y casas de familiares.
Nicolás Ballesteros, carnicero en el mercado, antes de pertenecer a la gestora municipal nombrada tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, huyó en cuanto tuvo noticias de que estaban siendo detenidos los concejales. Primero se escondió en Conil donde, en agosto, fue detenido. Puesto en libertad se ocultó en la choza de Nicolás Marín Ramírez, “Rey”. Finalmente, en octubre de 1936, se refugió en el rancho que Manuel Sánchez Ramírez, tenía en la Cañada de Cádiz. Allí también se habían ocultado su cuñado, Diego García García, (El Costero) y Carmelo Ramos.

En la viña que Sebastián Pareja tenía en el cercano Pago del Sotillo se escondieron el mismo, y su compañero de filas Manuel Ruiz, en julio de 1936. Este último, había sido detenido, a los pocos días de la sublevación, acusado de formar parte de los grupos armados que recorrieron las calles, y registraron las casas de los más significados derechistas de Chiclana, la noche del 18 de julio en busca de armas.

“En la caída de la tarde del día 18 de julio de 1936 el Ayuntamiento se convirtió en el centro de la resistencia. En las dependencias municipales se dieron cita las autoridades locales y numerosas personas, entre ellas los militantes más destacados de los sindicatos obreros.
El doctor Javier de la Cruz Cortijo, alcalde de Chiclana perteneciente a Izquierda Republicana se reunió con los concejales que habían acudido a las dependencias municipales y los militantes obreros; entre ellos Barbosa, Antonio Piñero Cebada (Jurita), Manuel Ruiz Ariza (Pinito), tesorero de la sociedad de viticultores de la CNT y los concejales Antonio García de los Reyes de (IR) y Manuel González Velasco (PSOE). Se decidió proveerse de armas y detener a los más conocidos derechistas de la ciudad, así se formaron grupos que durante la noche, registraron domicilios en la Plaza Castelar, calle Mendizábal y otros puntos de la localidad. Se incautaron algunas armas y fueron detenidos y trasladados a la cárcel municipal, Antonio Sánchez Morales, el ex - alcalde Sebastián Martínez de Pinillos y otra dos personas más. A las pocas horas de su detención todos fueron puestos en libertad sin sufrir daño alguno y las armas incautadas se guardaron provisionalmente en los lavabos.
Los miembros de los grupos de defensa de la república y de la legalidad vigente, llevaban un aval o credencial que los autorizaba, con la firma del alcalde y el sello del Ayuntamiento”

Manuel Ruiz Ariza permaneció encarcelado hasta el día 8 de septiembre. Fue de nuevo detenido en octubre en el transcurso de las investigaciones para averiguar los autores de una pintada aparecida en la fachada de una panadería. Nuevamente puesto en libertad a fines de diciembre, en enero de 1937, temiendo ser detenido otra vez y aterrorizado por las escenas que había vivido en el depósito carcelario chiclanero, decidió huir. Primero al monte y después junto a Pareja. Ambos hicieron un angosto túnel subterráneo donde permanecían escondidos la mayor parte del tiempo.

Juan EI Negro" y Francisco Mota tras estar escondidos durante tres meses por los Llanos de Sotillo encontraron refugio, desde febrero de 1937, en la choza de Rafael Herrera en la Cañada de Cádiz. Mota era funcionario del ayuntamiento y oficinista en la bodega Arbolí y había sido uno de los primeros, sino el primero, en casarse por lo civil en Chiclana. El 22 de julio se lanzó al campo, refugiándose en casa de EI Respetao", que era familiar suyo, hasta su fuga en la barca.
A principios de agosto todo estaba preparado. Mota y Serrano habían preparado la huida. Saldrían hacia las costas africanas en la barca, llamada el Joven Juan", con la que la familia Serrano se dedicaba a la pesca. El día dos, un hijo de Manuel Sánchez, Francisco, avisó a Sebastián Pareja, Juan El Negro, Ballesteros, García y Carmelo Ramos que saldrían la noche siguiente.

La travesía era una operación muy arriesgada. (La barca Joven Juan), folio 460 3ª lista de Barbate, carecía de mínimas condiciones para afrontar una travesía de esas características: carecía cuarteles y un par de hombres tenía que ir achicando agua.

Todos los fugados tenía importantes razones para huir por su conocida militancia, o por sus ideas izquierdistas, todos salvo los hermanos Serrano, propietarios de la barca, naturales de Conil, que vivían en la Barrosa con su madre viuda y natural de Vejer, dedicados a la pesca que alternaban con trabajos eventuales en el campo. El teniente de carabineros tenía buena opinión de su conducta y afirmó que nunca había oído decir que tuvieran ideas extremistas. Pertenecía a la CNT pero solo como afiliados, como tantos cientos de obreros de la ciudad. Su única referencia desfavorable era para el hermano que no había huido Joaquín, aunque tampoco había pertenecido a partidos de izquierdas, ocultó la presencia de cinco de los huidos reclamados por la comandancia y conoció sus planes de fuga.
A las diez de la noche del 3 de agosto la barca se hizo a la mar. Al poco de partir la barca comenzó a hacer agua, tuvieron que turnarse para achicar, padeciendo un grave riesgo de naufragio, pronto quedó a la deriva frente al cabo Espartero. Mal lo habrían pasado los fugitivos si no hubiera pasado el mercante (El Examiner) de bandera norteamericana, que los recogió y llevó hasta Tánger. La noticia corrió pronto por los agitados mentideros de la comunidad internacional. Una delegación del gobierno republicano, formada por el cónsul Manuel Pitatua y el diputado Serra Quesada, gestionó de las autoridades tangerinas su liberación. Además, la oficina franquista informó a las autoridades de su llegada. Inmediatamente la guardia civil de Chiclana comenzó una intensa búsqueda para aclarar lo ocurrido. Fruto de sus investigaciones, y duros interrogatorios, se abrió un sumario en el que quedaron incursos los diez fugados más los habitantes de los terrenos y pagos en los que habían pernoctado.
La desaparición de la barca y de dos de sus propietarios, los hermanos José y Cristóbal Serrano Molina, no había pasado desapercibida para la sección de carabineros que tenía encomendada la vigilancia de la costa.
La tarde del día cinco, el teniente de carabineros de la Barrosa, Francisco Palma Pulido, mandó a un sargento para que preguntara a la madre, Candelaria Muñoz Molina, y a otro de los hermanos, el paradero de los desaparecidos. Estos le contestaron que no sabían donde estaban, pero que pensaban que podían haber ido a Barbate o Algeciras a comprar un nuevo arte de pesca.
Al caer la noche y no tener noticia ni de la barca ni de sus tripulantes, dio parte a la Ayudantía de Marina, quien a su vez lo notificó a la Comandancia de Marina de la provincia.
Tras permanecer hasta fines de agosto en Tánger, a principios de septiembre los diez fugados fueron expulsados hacia Francia. A Marsella llegaron pasaportados para las autoridades republicanas españolas quienes, inmediatamente, los trasladaron a Barcelona. Tras pasar por centros de clasificación fueron enviados a distintos lugares. Francisco Mota se instaló en Cartagena, en cuyo arsenal trabajó como escribiente. Nicolás Ballesteros, tras un breve paso por Castellón y Valencia, terminó instalándose en la localidad levantina de Villa Marchante como carnicero. Manuel Ruiz Ariza, tras pasar también por Valencia, se instaló en la localidad jienense de Fuerte del Rey.
Carmelo Ramos tras varias peripecias consiguió exiliarse en Argentina y no volvió nunca más a Chiclana.
Terminada la guerra algunos de ellos regresaron a Chiclana. Mota procedente de Salobreña, desde donde tras calibrar la situación, por medio de cartas y conversaciones de su esposa, regresó a Chiclana. Se presentó en la comandancia militar el 19 de mayo siendo encarcelado y abierto sumaria que desembocó en su procesamiento. Ballesteros, fue detenido en la población valenciana y enviado al campo de concentración Coto La Trasatlántica" abierto en Puerto Real, tras permanecer en él diez días, el 27 de abril fue puesto en libertad. Regresó a Chiclana y el 8 de mayo se presentó en la Comandancia militar. También fue encarcelado y procesado. Como Ariza, que se presentó en Chiclana el 21 de abril.
En Chiclana, dependiente del Consejo de Guerra Permanente de Algeciras, funcionaban dos juzgados militares. Sus titulares, Eladio Pérez Búa y el alférez honorario Manuel Vélez García, instruyeron los sumarios de los tres fugitivos que habían regresado y los acumularon en un único consejo de guerra celebrado el día 10 de agosto de 1939. Junto a Ballesteros, Mota Aragón, y Ruiz Ariza también se sentaron en el banquillo los cenetistas de Chiclana Antonio Piñero Cebada “Jurita”, Rafael Aragón Muñoz “Jaramago” y Sebastián Rodríguez García “Porrín” y otros 'dos de Barbate, el marinero Manuel Mateo Fernández y el albañil Diego Martín García. Junto a ellos estuvieron también los miembros de Izquierda Republicana Rafael González Pujales, comerciante y tesorero de la agrupación local, y el campesino Antonio Cabeza de Vaca Sánchez (Tijéa).
Todos ellos fueron acusados de "auxilio a la rebelión" y excitación a la rebelión". Salvo los dos barbateños, los demás fueron condenados a penas entre 6 y 20 años de cárcel. Ratificadas las condenas a finales de septiembre, en enero de 1940 fueron trasladados a la cárcel de Jerez. Allí permanecieron hasta finales de 1941 en que fueron puestos en libertad al aplicárseles reducciones de condenas por diversos indultos.
La huida en la barca solo es un capítulo más de una terrible pesadilla que comenzó el 18 de julio del 36 que trajo la represión y la muerte a más de un millón de personas y sumergió a la mayoría de los españoles en un pozo de sufrimientos y desesperación. En Chiclana fueron muchos los que sufrieron largos años de cárcel y otros fueron asesinados sin compasión, pero a ninguno de ellos se les pudo demostrar nunca ningún delito, todos ellos eran conocidos como trabajadores honestos y de conducta intachable y si fueron encarcelados y asesinados fue solo por sus ideas políticas y sociales, por soñar con un mundo basado en justicia, en la libertad y la fraternidad entre los hombres, una justicia y una fraternidad que ellos no pudieron alcanzar.
La historia de la barca Joven Juan y de aquellos hombres que un día decidieron marcharse para salvar la vida, permanecerá siempre en la mente y en el corazón de muchos chiclaneros como un signo de esperanza y de lucha por la libertad y la supervivencia.

extraido de la revista la Barca de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Chiclana.